miércoles, 7 de enero de 2015

Con estas te escribo


En estas fechas y a 17.000 km es inevitable ponerse algo sentimental... 

Este equipo me ha dado mucho, y lo agradeceré a la manera de esta facultad: con un pomposo, solemne, grandilocuente y suntuoso texto. Empezaré diciendo que yo no soy ni he sido nunca jugador de rugby. Yo he sido jugador de rugby universitario, en la UCM, aparentemente igual, pero fueron sus peculiaridades las que finalmente me engancharon.
Aquí las enumero:
- El campo muda de forma durante la temporada y en general no es de hierba, sino de tierra o barro.
- Es un deporte duro en el que he conocido el significado de valor y entereza, cuando después de jugar en diciembre y llenos de barro, la ducha era un hilo de agua fría.
- El consumo de sangría en el descanso entre partidos de un torneo (generalmente amistoso) está unánimemente aceptado.

De todos modos, la diferencia que realmente me ha marcado, y me ha mantenido con ganas todos estos años ha sido la filosofía de este deporte, me atrevo a decir que de Ciencias de la Información, y que resumo en una máxima de un capitán mejor que yo: "Aquí hemos venido a divertirnos y no sé vosotros, pero yo me divierto dando hostias".

La competitividad fuerte es una gran virtud, pero no tiene cabida en el rugby universitario que he conocido. Seas como seas, tienes un hueco en el campo. Y los entrenamientos, que queríamos creer que sirven para hacerse un hueco en el XV titular, acaban sirviendo para reírse, desahogarse en placajes, y soñar con ese central al que nunca conseguí llegar. Mejor así.

Y es que ha sido esta ilusión la que hace de este deporte algo diferente. Ahora lo veo claro. No puedo explicar la primitiva adrenalina que se siente agarrando un balón y teniendo que avanzar hacia una línea de oponentes con ganas de tumbarte. O los ojos motivados de tus compañeros saliendo del vestuario al fangoso Cantarranas, como si fuera el mejor campo del mundo. Después de cinco años de preguntas como "¿por qué juegas a eso tan bestia?" O, "a ver cómo tienes las rodillas esta vez", ahora entiendo que el rugby me hacía sentirme vivo. Ahora lo entiendo, y sonrío cuando pienso en la normalidad con la que me tomaba frases como “¿oye, esta sangre es tuya o es mía?” O, “Si no sale de ahí, písale”. Porque admitámoslo, seguimos siendo animales y es sano y muy humano descargar adrenalina en un deporte agresivo, que no violento, ya que en el rugby, como en la vida misma, sólo duele si vas con miedo. Y finalmente y con mayúsculas: la combinación con la completa caballerosidad de este deporte es lo que lo convierte en algo grande.


Decido dejar el rugby universitario no sólo por tiempo, sino porque cerrando esta etapa ahora, termino la historia de la manera que siempre querré recordar.


Guillermo Yuste

3 comentarios:

  1. En Cantarranas siempre habrá un hueco tan enormerrimo como te mereces, líder kosako y capitán!

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  2. CC INFO siempre ha dado lo mejor de todos, de los mejores años de mi vida

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