Atrás ya quedan las pruebas y los partidos de preparación. Episodios pretéritos que curten el cuerpo y el espíritu de una manera tan inconcebible que observas complaciente el orgullo y la persistencia de los nuevos, de aquellos que dirán que en su día Ciencias de la Información fue su primera experiencia con este deporte, y que no se rindieron a pesar del desconcierto inicial y los dolores, que junto a los nervios ya siempre les acompañarán.
Son los nervios previos los que te hacen sentirte alerta. Difícilmente se puede hacer un buen partido de rugby si no se sale con enfermiza concentración, con esa reclusión interior propia de un asceta. En este deporte te devoran si te confías y eso lo saben muy bien en este equipo. Acostumbrado a padecer en su propia piel la temeridad de saberse superior y la insensatez de creerse inferior.
Rugby. Desde el preciso momento en que el oval sube al cielo tras la patada inicial, la palabra deporte se escribe con mayúsculas. Dignificarlo. Todo lo demás es carne de relleno para historias de un etílico tercer tiempo y para presuntuosas hazañas de cara a la conquista de una incauta mujer.
CC. Info es lo contrario de lo que se obtendría de los deportes comerciales de hoy. No está de moda, nunca os haréis ricos y que sepáis que es francamente sucio. Pero cada partido disputado en el lodazal de Cantarranas forja recuerdos y vínculos más fuertes que los moratones y las heridas que os laméis durante el tercer tiempo entre mini y mini.
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